Que hace un joven pobre y desordenado, ante la oportunidad de disfrutar con gente que escapa de su clase social? la ética de clases queda en entre dicho cuando frente tuyo está la opción de disfrutar como si fueras parte de los círculos más top de Chile. Soy un gato boquiabierto frente a una carniceria llena de jamones jugosos, colgando en el mostrador. Pero yo no estoy acostumbrado a esos tipos de jamones, y quizás nunca más pueda acceder a ese mundo.
Con 30 años mayor que yo y unas cejas tan densas como el Amanzonas, Alfonso ha quedado cautivado con mi desplante. Y no es que yo sea una persona maravillosa e inteligente. Para el soy una persona exótica, entretenida y espontanea, "con una inocencia de niño que encanta". Yo creo que más que eso, para él soy un rotito entretenido, que le hace ver las cosas como si cualquier hijo de empleado le estuviera hablando. Mi simpleza de vida, austera y monótona, lo sorprende cuando me hace entrar en contacto con su vida llena de lujos. Soy como un mocito, que desde un hogar humilde, queda fascinado con la vida de sus patrones cuando le toca trabajar en la casona.
El año pasado tuve el placer de conocerlo. Nos juntamos en el centro social de la ciudad, donde el me esperaba en su flamante BMW, para que lo acompañara a almorzar a un restaurant peruano. La infaltable papa en la boca era muy notoria, por lo que tuve que adecuar mi lenguaje a algo menos soez, lo que me puso nervioso. Entramos al restaurant un poco pasados de la hora de almuerzo, debido a mi poca puntualidad para llegar. El local estaba lleno, así que tuvimos que esperar parados junto a la puerta de entrada. Su cara de indignación era tal, que no podía aguantarse los comentarios ácidos hacia la atención. Cuando al fin pudimos sentarnos, se le antojó almorzar un pescado "a lo macho, el cual dejó a un lado después de probarlo porque no estaba a su gusto. En mi interior sentí que ese acto de desprecio hacia la comida era su arribismo en su máxima expresión, algo natural de sus círculos.
Las siguientes horas no variaron mucho; cada vez quedaba más sorprendido por su nivel adquisitivo y cultural, que las palabras se me hacían escasas para poder responder a las interesantes historias de viajes y trabajos. Sus invitaciones a comer y a fumar marihuana me transportaban a una atmosfera llena de hedonismo y lujos, al que no estaba acostumbrado ni tampoco había imaginado. Mi identidad cada vez se iba falseando más, para hacerme adecuado a su nivel; ser menos roto.
Las personas que tienen mucho dinero, o que pertenecen a una clase social alta tienen un gran problema: les cuesta decir las cosas como son. Siempre que tratan de decir algo burdo/ordinario/grosero, buscan una alternativa más suave. Quizás es un detalle, pero como muy bien dicen por ahí "el lenguaje construye realidades", y el no querer decir las cosas tal cual son quiere decir que evitan ser parte de esa realidad. Alfonso es un buen ejemplo. Nuestra junta tenía por principal motivo la oportunidad laboral de trabajar en su casa de veraneo "administrándola". Al rato entendí que este tipo de trabajo conllevaba algo más que trabajar. Poco a poco fue acercándose a mi con una intención seductora casi galante, hasta que tuvo la seguridad de tocarme la espalda con la excusa de que estaba muy tenso. De inmediato me puse incomodo, por lo que tendí a alejarme.
Apresurado en su objetivo, me agarró del cuello y me dio un beso. Yo no lo podía creer, estaba siendo forzado a besar a alguien mucho mayor que yo. Al principio no atiné a moverme (y no porque me hubiese gustado), por lo que el rápidamente me desabrochó el pantalón y notó que estaba un poco erecto mi pene. El nerviosismo me había hecho sentir adrenalina, por lo que me sentí un poco caliente con la situación, pero no al borde de querer tener sexo con el. Me dio una pequeña mamada y le paré los carros. Mi excusa fue que no era la intención con la que venía, y que había sido desubicado. Para el, solo fue un "chupetin de amigos". Me descolocó al termino de su oración.
No sé si ustedes,pero yo a mis amigos no les doy un chupetin de amistad (aunque quisiera), porque hay confianzas que no se violan. El podría ser un sujeto muy interesante y ameno, pero su actitud de donjuan solo demostraba el poder que sentía sobre mi y sus ganas de saciar su calentura.
Lo que siguió de noche solo fueron momentos de incomodidad y paradas de mano. A pesar de que la conversación seguía, su actitud seguía siendo seductora y canchera. Un viejo intentando ser joven, acostandose con jovenes, carreteando con jovenes, tratando de verse como tal.
Después de ese día no nos vimos más. Desistí de la idea de trabajar para el, porque más que trabajo sería acostarme con el para que me diera plata y hierba. Aun que la idea no era mala, no iba conmigo.
Hoy me ha vuelto a hablar. No sé que le dio por acordarse de mi. Parece que el chico de turno se aburrió de él después de haber viajado a Europa por dos semanas. Al ver su numero en mi lista de conversaciones en wsp me hizo recordar la sensación incomoda de estar entre sus manos arrugadas.
Sin embargo, a diferencia de la vez pasada, entendí de inmediato su intención. Me hablaba para
invitarme a viajar a un crucero, al que obviamente no iré. No obstante, no significa que no vuelva a verlo para pasarlo bien un ratito más. Ahora quizás hasta me lo folle por un poco de plata y hierba. Total, el no vive en esta ciudad y en que vuelva, pasara otro año más. Y mientras sea pesado, arisco y consciente de mi clase (a donde pertenezco), darme un lujito con este ratón de alta alcurnia no estaría mal para este verano.
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